Desarrollar la agricultura en la zona austral de
nuestro país es todo un desafío. Las condiciones climáticas extremas y la poca
tecnología existente –entre otras causas– no permiten generar volúmenes
productivos que satisfagan la demanda actual de la población.
Una gran cantidad de las hortalizas que se consumen
son llevadas desde otras regiones del país o deben ser importadas desde
Argentina, a través de la Zona Franca.
Consciente de esta realidad y de las limitaciones que
afectan a su comunidad, Nirmia Salamanca, una joven periodista, hija de
agricultores de Puerto Natales, decidió postular un proyecto de ‘Germinación
Eficiente’ al programa ‘Mi Raíz’ de la Fundación para la Innovación Agraria
(FIA), del Ministerio de Agricultura, el que buscaba aumentar la producción del
cultivo de lechugas de su comunidad agrícola, a través de la construcción de un
vivero y un cuarto de germinación climatizado.
“Hemos llegado hasta acá para empaparnos de las
necesidades de la comunidad, para ver cómo descentralizamos las decisiones y
cómo podemos atender las distintas urgencias que existen en el país”, señaló.
“En la provincia de Última Esperanza, hemos podido
conocer el trabajo consciente por el cuidado de la tierra y cómo este proyecto
que construyó un invernadero, ha abastecido de hortalizas a la
comunidad. Estamos muy contentos de ver que en la zona austral se
puede hacer agricultura cuando hay ganas”, enfatizó la autoridad.
Se
construyó un cuarto de germinación que controla temperatura, riego, luz y
humedad y un vivero calefaccionado, para alcanzar un periodo adicional de
siembra y así, aumentar la producción local de lechugas Grads Rapids, la más
consumida en el mercado local.
“Teníamos problemas para agrandar la siembra, porque
en agosto todavía tenemos heladas y eso nos impedía hacer plantines, ya que se
demoraban demasiado en crecer.
Fue por ese motivo, que postulamos al FIA y creamos un
vivero climatizado que nos permitió ahorrar 15 días en la producción y poder
tener lechuga para comercializar, lo que se traduce en mejoras económicas”,
señaló Nirmia Salamanca.
“Esta iniciativa además anexó un vivero construido con
desechos inorgánicos de la salmonicultura, lo que permitió disminuir el tiempo
de generación de un plantin de siete días a 40 horas.
La comunidad planificaba que la producción se
duplicaría, pero ahora ya la están quintuplicando”.
“Los excedentes que se obtendrán de esta cámara de germinación, serán comercializados a otros productores, a través de la Cooperativa de trabajo Ñuke Mapu de Última Esperanza.
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