La transformación es evidente,
el dinero físico deja de ser la norma y se consolida una cultura digital de
pago.
“Estamos viviendo cambios
rápidos en la forma de organizar y utilizar el dinero”, señala Camila Cangas,
VP Sales Manager de Khipu, empresa especializada
en Open Finance y servicios de pago electrónico. “El efectivo ya no es sinónimo
de seguridad ni conveniencia. Hoy, las personas valoran la simplicidad,
trazabilidad y confianza que entregan los pagos digitales”, destaca.
Durante la última década, el
número de transacciones con tarjetas y transferencias electrónicas se ha
cuadruplicado, impulsado por una regulación más moderna que abrió paso a
fintechs, open banking y nuevas tecnologías. La pandemia aceleró esta adopción,
normalizando el uso de billeteras digitales, pagos con QR y transferencias
instantáneas.
De acuerdo con el Global
Payments Report 2024 de Boston Consulting Group, los ingresos por pagos en
Chile crecerán a un ritmo del 8% anual hasta 2029, pasando de US$7 mil millones
a US$11 mil millones. Este avance coloca al país entre los líderes regionales
en materia de transformación digital de pagos.
Pero ¿estamos presenciando
realmente el fin del efectivo? Para la especialista de Khipu, más que un fin,
se trata de una evolución, “el efectivo no desaparecerá de un día para otro,
pero su rol será cada vez más secundario. El gran desafío está en garantizar
que todos los segmentos de la población puedan participar de esta nueva
economía digital, sin exclusiones”.
Desafíos y
oportunidades: La Era de la inclusión, transparencia y educación digital
La transición hacia una
sociedad que cada vez usa menos el efectivo trae desafíos importantes. Uno de
ellos es la brecha generacional, mientras las nuevas generaciones nacieron en
un entorno digital, muchos adultos mayores aún desconfían o no dominan las
herramientas tecnológicas.
“La educación digital es
clave. No se trata solo de enseñar a usar una aplicación, sino de generar
confianza en las plataformas, explicar los mecanismos de seguridad y acompañar
a las personas en este proceso. La inclusión financiera también es inclusión
tecnológica”. enfatiza Camila Cangas.
A los desafíos de educación
tecnológica, se suman los riesgos de ciberseguridad, fraudes digitales y la
necesidad de fortalecer la protección de datos. “La innovación en el sistema
financiero siempre tiene que ir acompañada de responsabilidad y transparencia”,
añade la ejecutiva.
Pero, así como hay desafíos,
los pagos en una economía digital también presentan grandes oportunidades. Un
sistema digitalizado permite reducir costos operativos, aumentar la
trazabilidad de las transacciones y fomentar la formalización económica.
Además, abre espacio para la personalización
de servicios financieros, integrando inteligencia artificial y analítica de
datos para entender mejor los hábitos de pago de los consumidores.
Es que el futuro del dinero en
Chile, según la ejecutiva, “será inteligente, inclusivo y conectado. La clave
estará en avanzar con equilibrio; tecnología, acompañada de educación y reglas
claras”.
Así, mientras los billetes siguen circulando -aunque cada vez menos-, Chile acelera su paso hacia una economía donde el dinero digital se convierte cada vez más en la nueva normalidad.

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