En Chile, la digitalización bancaria ha experimentado un acelerado crecimiento desde la llegada del COVID-19.
Este proceso ha llevado a que los bancos sean
cada vez más abiertos y accesibles para los consumidores finales, generando un
cambio en las preferencias y necesidades de los chilenos.
Según
estudios, el 100% de la población chilena desea contar con todos los productos
y servicios bancarios de manera digital, mientras que el 82% ya tiene
totalmente automatizados sus servicios y el 46% considera que es fundamental
desarrollar y fortalecer la banca móvil.
Como
consecuencia de esta transformación, el uso de dinero en efectivo ha disminuido
drásticamente en un 77%, según el informe de medios de pagos de Minsait
Payment. Además, se estima que más del 20% de sucursales bancarias han cerrado
debido a los avances tecnológicos en el país.
Esta
realidad demuestra la rápida adaptación de la sociedad chilena a la nueva era
digital, en la que la comodidad y la seguridad son prioridades fundamentales.
Sin
embargo, a medida que la industria financiera se digitaliza y utiliza
herramientas como la inteligencia artificial, análisis de datos y el cruce de
información, es fundamental garantizar la seguridad de los usuarios.
En
Chile, se registran alrededor de 1.300 ataques cibernéticos por minuto, lo
que evidencia la importancia de proteger la información financiera y personal
de las personas.
Expertos aseguran que actualmente se utilizan técnicas avanzadas de análisis de datos en conjunto con las instituciones bancarias para detectar patrones y comportamientos sospechosos en tiempo real. Gracias a la inteligencia artificial y al aprendizaje automático, es posible identificar y prevenir amenazas cibernéticas antes de que puedan causar problemas.
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