La entrada del puerto de
Chancay al mapa logístico sudamericano representa un hito disruptivo. Este
megapuerto, impulsado por inversión china y ubicado estratégicamente cerca de
Lima, no solo busca ser un nodo de comercio con Asia, sino también convertirse
en un centro de transbordo para toda la región. Su impacto directo se sentirá
en Chile, cuyas capacidades portuarias actuales no están preparadas para
competir con este nuevo nivel de infraestructura.
Los puertos chilenos enfrentan
un escenario desafiante: sin calado suficiente para recibir grandes buques, con
altos costos operativos y limitaciones en conectividad terrestre, corren el
riesgo de quedar fuera de las principales rutas directas desde Asia. Esto
podría traducirse en mayores tiempos de tránsito, mayor dependencia logística
de terceros y una pérdida significativa de competitividad frente al mercado
peruano.
Pero esta amenaza también
puede ser una oportunidad. Chancay podría ser el catalizador que nos obligue a
acelerar decisiones largamente postergadas: invertir en infraestructura
moderna, mejorar los accesos terrestres y ferroviarios, reducir la burocracia y
digitalizar el ecosistema portuario. Aún contamos con ventajas clave:
experiencia operativa, redes consolidadas y una ubicación estratégica para
conectar con el Cono Sur.
Chile tiene la posibilidad de
reposicionarse como un nodo logístico complementario y eficiente si se toma en
serio este desafío. Podemos asumir un rol más activo en corredores como el
Bioceánico, fortalecer nuestra conectividad con países vecinos como Brasil,
Argentina y Uruguay, y transformarnos en un hub terrestre que complemente el
protagonismo marítimo de Chancay.
No estamos comenzando desde
cero. Experiencias como SILOGPORT en Valparaíso, aunque limitadas, muestran que
la coordinación digital y la colaboración entre actores son posibles. Y modelos
internacionales como el de Singapur nos enseñan que la eficiencia logística
nace de la automatización, la integración y una visión país donde el Estado
facilita, articula y promueve.
Chancay no debe ser visto solo como una amenaza, sino como un llamado urgente a modernizar y reposicionar la logística chilena en el nuevo tablero regional. No basta con reaccionar: debemos anticiparnos, coordinarnos e innovar. Solo así podremos mantenernos como un actor clave en el comercio transpacífico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario