Con un encuentro internacional en Roma,
Naciones Unidas lanzó el Decenio de la Agricultura familiar, un sector que da
trabajo a más de 60 millones de personas en América Latina y el Caribe
La Organización de las Naciones Unidas
para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Fondo Internacional de
Desarrollo Agrícola (FIDA) lanzaron hoy en la sede de FAO en Roma el Decenio
de las Naciones Unidas para la Agricultura Familiar y un Plan de
Acción Mundial para impulsar al sector, en particular en los países en desarrollo.
Las dos agencias de la ONU lideran el
Decenio de Agricultura Familiar declarado por las Naciones Unidas a fines de
2017, en reconocimiento de su importancia: más del 90% de todas las granjas a
nivel mundial y producen el 80% de los alimentos del mundo, en términos de
valor.
“La agricultura familiar es un aliado
fundamental para impulsar el desarrollo sostenible, eliminar el hambre, la
obesidad y todas las formas de malnutrición. América Latina y el Caribe ha sido
una de las regiones pioneras en reconocer este potencial y muchos países han
sabido poner la agricultura familiar al centro de sus políticas de seguridad
alimentaria y desarrollo rural. Pero necesitamos avanzar mucho más. Esperamos
que esta década nos dé el impulso necesario para ello”, dijo Julio Berdegué,
Representante Regional de la FAO.
El Decenio de la Agricultura Familiar
tiene por objeto crear un entorno propicio que fortalezca su posición y maximice
sus contribuciones a la seguridad alimentaria y la nutrición a nivel global,
así como a un futuro saludable, resiliente y sostenible.
El Plan de acción mundial aporta
asesoramiento detallado a la comunidad internacional sobre las medidas
colectivas y coherentes que pueden adoptarse durante el período 2019-2028.
Por ello destaca la necesidad de
aumentar -entre otros factores-, el acceso de los agricultores familiares a los
sistemas de protección social, la financiación, los mercados, la formación y a
las oportunidades de generación de ingresos.
La agricultura familiar abarca la
producción de todos los alimentos: ya sean de origen vegetal, carne, -incluido
el pescado-, otros productos de origen animal -como los huevos o los productos
lácteos-, y alimentos producidos en tierras agrícolas, bosques, montañas o en
piscifactorías, que son gestionados y explotados por una familia, y que
dependen básicamente de la mano de obra familiar, tanto de mujeres como de
hombres.
Los agricultores familiares proporcionan
alimentos sanos, diversificados y culturalmente apropiados, y producen la mayor
parte de los alimentos, tanto en los países en desarrollo como en los
desarrollados. Generan oportunidades de empleo agrícola y no agrícola y ayudan
a las economías rurales a crecer.
Asimismo, la agricultura familiar preserva
y restaura la biodiversidad y los ecosistemas, y utiliza métodos de producción
que pueden ayudar a reducir o evitar los riesgos del cambio climático.
La agricultura familiar garantiza, el
traspaso de conocimientos y tradiciones de una generación a otra, y promueven
la equidad social y el bienestar de la comunidad y son la enorme mayoría de las
explotaciones agrícolas.
Existen más 16,5 millones de explotaciones
agrícolas a lo largo de América Latina y el Caribe y ocho de cada diez
explotaciones de la región son parte del sector. El 56 % de ellas (9,6
millones) están en América del Sur; el 35 % en América Central y México (5,8%
millones); y el 9% (1,5 millones) en el Caribe.
El peso y la importancia de la agricultura
familiar con respecto a todo el sector agrícola varía de país en país, pero su
primacía es innegable: más del 90% de todas las explotaciones agrícola de
Antigua y Barbuda, Chile, Guyana, Haití, Honduras, Paraguay y Surinam son parte
de la agricultura familiar.
En otros países, aunque con un
porcentaje menor, sigue siendo el sector mayoritario de la agricultura: más del
80 % de las explotaciones agrícola de Brasil, República Dominicana, El
Salvador, Granada, Guatemala, Nicaragua, Panamá y Santa Lucía son parte de la
agricultura familiar.
Por otra parte, 60 millones de
mujeres y hombres trabajan en la agricultura familiar en América Latina y el
Caribe, lo que significa que la vida de cerca de 1 de cada 11 personas está
íntimamente ligada a este sector, que da trabajo en las zonas rurales, donde
aún se concentran las mayores tasas de pobreza.
Hay más personas dedicadas a la
agricultura familiar que las que habitan en todo el Caribe, y todos nos
beneficiamos de su trabajo: producen la mayor parte de los alimentos frescos y
locales de forma sostenible. Pero, a pesar de su importancia, sólo el 23 % de
las tierras agrícolas de América Latina y el Caribe está en manos de
agricultores y agricultoras familiares. En los países andinos este porcentaje
es aún menor, con un 13%.
El tamaño promedio de las explotaciones
agrícolas familiares en la región es de 13 hectáreas, pero, si se excluye el
Cono Sur, el tamaño promedio se reduce a 2,5 hectáreas.
La agricultura familiar es una de
las tres prioridades de trabajo de la FAO en América Latina y el Caribe.
La FAO busca mejorar el acceso del sector a recursos, fortalecer las
organizaciones de productores y promover la participación de las comunidades
rurales en las estrategias de desarrollo rural sostenible.
Además, la FAO trabaja para que los
programas productivos se vinculen con políticas integrales de protección
social, fomentado emprendimientos productivos y promoviendo el empleo decente.
El trabajo en campo de la FAO incluye
soluciones de baja tecnología, al alcance de los pequeños productores, como los
sistemas de recolección de agua lluvia que permiten a los agricultores
enfrentar la sequía y extender sus ciclos de cultivo; pero también, soluciones
de tecnología de punta, como sensores hídricos ubicados en el campo conectados
a Internet en tres países Colombia, El Salvador y Perú, en cultivos de
papas, banano, e incluso algodón, que permiten hacer una gestión extremadamente
eficiente del agua.
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