Hasta hace siete años María Inés Mora era dueña de
casa, pero su marido debió jubilar por invalidez y ella decidió convertir su
hobby en emprendimiento: Hidroponía Amada.
En su predio, ubicado en el sector Rangue de la comuna
de Paine, cercano a la Lagua de Aculeo, partió con cultivos en agua de lechugas
y prosiguió con acelga y ciboulette. Después sumó hortalizas en tierra y
condimentos deshidratados en horno solar. El negocio familiar cambió de nombre
a Terra Sol Amada.
El 2019 tuvo su consolidación, mejoraron las ventas y
en julio, se unió al Mercado Campesino de Mallplaza Egaña. Pero, en marzo
pasado, sin embargo, el centro comercial cerró debido a la pandemia y debieron
replantearse. Hicieron delivery de sus productos, pero la competencia de los
revendedores de verduras fue demasiado fuerte.
“Ahí, decidimos ofrecer almácigos a la gente que
quiere tener huertas caseras o entretenerse durante el encierro. Y nos fue
bien. Hoy tenemos lechuga, acelga, espinaca, brócoli, coliflor, rabanito y
tatsoi, y entregamos en Paine y Buin. No más allá, porque también debemos
cuidarnos”, contó la productora.
María Inés fue una de las expositoras del seminario
online “Adaptación de la Agricultura Familiar Campesina frente a las nuevas
condiciones del mercado”, organizado por INDAP, donde se dieron a conocer casos
exitosos de comercialización en tiempos de Covid-19.
En la actividad también participaron el ministro
Antonio Walker; el director nacional de INDAP, Carlos Recondo; el jefe de
Mercado del servicio, Martín Barros; el jefe de la División Fomento de la
Subsecretaría de Turismo, Cristóbal Forttes, y otros emprendedores campesinos.
Jimena Letelier, productora de flores (lilium,
astromelias y crisantemos en invernadero y gladiolos y statice al aire libre)
del sector Quinipeumo en la comuna de Maule y dueña del emprendimiento Flor de
Amor, también dio su testimonio. Hace cinco años comenzó a vender al por mayor y
luego, abrió un local en Talca, el que cerró hace un mes porque “los ingresos
llegaron a cero”.
“Ahora estoy entregando arreglos florales a domicilio,
para cumpleaños, santos o cualquier evento, y armando packs con chocolates,
vino o globos. También reduje las plantaciones a una cuarta parte, para no
tener pérdidas.
La flor no es algo que se pueda guardar: se pasa y no
sirve. Hoy los hombres están comprando muchas flores y se está vendiendo más
para los vivos, porque la gente no está yendo a los cementerios”, dijo.
Según Martín Barros, jefe de Mercado de INDAP, “el
abanico de usuarios de la institución es grande y se ve de todo. Algunos han
visto muy resentidas sus ventas, pero otros se han reinventado y están
sorteando la crisis.
La gran ventaja de la Agricultura Familiar, es que
tiene estructuras livianas y es más fácil darle un nuevo rumbo que a una
empresa grande, pero se necesita creatividad, innovación y entender qué
necesita el cliente”, opinó.
Un ejemplo de esto último es el caso de Campesinos de
Diguillín, sociedad anónima integrada por 109 socios, pequeños y medianos
productores de las comunas de San Ignacio y El Carmen, Región de Ñuble.
Según
su gestor comercial, Andrés Benítez, han sabido ponerse pantalones largos para
competir en los mercados. “La clave,
es ganarse la confianza de los clientes, adaptarse a las necesidades y dar solución a los problemas que se presentan”.
Esta empresa fue creada a fines de los 90 y en 2017
inició su despegue. Inicialmente vendían solo papas y a precios muy bajos: Se
las compraban a $120 el kilo y en el comercio estaban a $1.200.
Con apoyo de
diversos programas de INDAP (Asesoría técnica, Desarrollo de Inversiones y
Compras Públicas) mejoraron su planta y la calidad de su producto, sumaron
zanahoria, cebolla, betarraga, repollo, coliflor, zapallo y zapallitos
italianos a su oferta y se convirtieron en proveedores de Coan Chile,
concesionaria de la Junaeb llegando a vender, en 2019, $60 millones y este año van $140
millones.
Andrés Benítez contó que actualmente están en
conversaciones con los supermercados Unimarc y Cugat, iniciaron la producción
de tomates larga vida en invernadero y planean seguir creciendo.
“Nuestra
visión es que para competir en grande hay que asociarse, porque individualmente
se corre el riesgo de desaparecer, y solucionar los problemas, no esperar que
lo hagan otros por nosotros”.
En el seminario también expuso Cristóbal Forttes, jefe
de la División Fomento de la Subsecretaría de Turismo, dijo que “actualmente,
el sector se encuentra en una etapa de supervivencia, con viajes reducidos
prácticamente a cero y que una vez que las condiciones sanitarias lo permitan,
se pasará a la puesta a punto y la apertura.
Añadió que, de acuerdo a la experiencia del hemisferio
norte, el turismo será un motor de reactivación del país, con viajes
mayoritariamente internos, de naturaleza y en autos particulares como principal
medio de transporte.
Sostuvo, que algunos de los principales aspectos a
tener en cuenta para el retorno de la actividad turística son ofrecer paquetes
exclusivos y no masivos, flexibilidad a los visitantes, sustentabilidad en los
servicios y una debida estructura sanitaria local.
También, instó a los emprendedores rurales a
promocionarse por redes sociales, ofrecer atractivos a los segmentos
millennials, asociarse a nivel local, tomar todas las medidas de seguridad y
brindar una experiencia cultural y humana única.
Tanto el ministro Antonio Walker como el director
nacional de INDAP, Carlos Recondo, resaltaron la importancia de la pequeña
agricultura para abastecer de alimentos al país como sus desafíos para
encadenarse con los mercados, cada vez más cambiantes y ahora con mayores restricciones,
para que no se frustre su esfuerzo.
En ese sentido, Recondo destacó los esfuerzos
realizados por el servicio a través de sus programas de Alianzas Productivas,
que hoy tienen a 3.500 productores vinculados con 54 empresas; Compras Públicas
con la Junaeb, con 250 agricultores y ventas por $2.500 millones, y Mercados
Campesinos, para visibilizar y promover los productos y servicios de la
Agricultura Familiar.
El ministro Walker enfatizó que el escenario, post
pandemia, estará marcado por nuevas tendencias vinculadas al cambio climático,
la tecnología, los hábitos de consumo y las demandas sociales y que en ese
marco, la pequeña agricultura también deberá adaptarse.
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