Lo anterior, según el informe de la ONU sobre
la Situación y las perspectivas de la economía mundial en 2021, publicado
en el día de hoy en la ciudad de Nueva York, sede del organismo internacional.
El informe advierte de que el impacto socioeconómico
causado por la pandemia de la COVID-19 será tangible durante muchos años, a
menos que se lleven a cabo inversiones estratégicas en los ámbitos de la
economía, la sociedad y la resiliencia climática para garantizar una
recuperación sostenible y resistente de la economía mundial.
En 2020, la economía mundial se hundió un 4,3 %,
cerca de 2,5 veces más que durante la crisis económica mundial de 2009. La
humilde recuperación prevista para 2021 del 4,7 % apenas compensará las
pérdidas del año 2020.
La pandemia ha destruido a países de América Latina y
el Caribe, con un elevado coste de vidas humanas y una recesión económica de
proporciones históricas. El PIB regional disminuyó cerca del 8 % en 2020
debido a la prolongación de las medidas de confinamiento nacionales, la
disminución de las exportaciones de mercancías y el colapso de las actividades
económicas provocado por la caída del sector turístico.
«Nos enfrentamos a la peor crisis económica y
sanitaria de los últimos 90 años. Al mismo tiempo que lamentamos el creciente
número de fallecidos, debemos recordar también que las decisiones que tomemos
ahora determinarán el futuro de todos», ha afirmado el Secretario General de las
Naciones Unidas, António Guterres.
«Debemos
invertir en un futuro sostenible e inclusivo impulsado por una política
inteligente, inversiones significativas y un sistema multilateral efectivo y
firme que sitúe a las personas en el centro de todos los esfuerzos
socioeconómicos», añade Guterres.
El informe destaca que la recuperación sostenida tras
la pandemia dependerá no solo del alcance de las medidas de estímulo y la
rápida introducción de las vacunas, sino también de la calidad y la eficacia
que tengan esas medidas para aumentar la resiliencia contra las futuras crisis.
El difícil camino de América Latina y el Caribe para
salir de la crisis de la COVID-19
«Aunque ningún país de la región se ha recuperado de
los efectos colaterales de la crisis, la gravedad de esta ha variado
significativamente entre los países afectados», afirmó Hamid Rashid, Director
de la Dependencia de Seguimiento Económico Mundial en el Departamento de
Asuntos Económicos y Sociales, y autor principal del informe.
Haití, Paraguay y Uruguay, por ejemplo, han sido
capaces de contener la propagación del virus y de limitar el daño económico.
Por otro lado, Argentina, Perú, Panamá, así como todas las economías del Caribe
que dependen del turismo, se han visto fuertemente afectadas, con recesiones
del PIB de hasta dos cifras.
Un repunte más rápido de lo previsto de los precios de
las materias primas, impulsado por la fuerte actividad industrial de China, y
los ingresos por remesas, han servido de ayuda a muchas economías de América
del Sur y Central.
El pronóstico que la región tenía a corto plazo está
plagado de incertidumbres acerca de la evolución de la pandemia, la
introducción de las vacunas y el impacto de las medidas de las políticas
económicas. El escenario de referencia de las Naciones Unidas prevé una modesta
recuperación con un crecimiento del 3,8 % en 2021 y del 2,6 % en
2022, y se espera que la producción total no alcance el nivel anterior a la
crisis hasta el año 2023.
La pandemia llegó a los países de América Latina y el
Caribe en un momento en el que ya estaban sufriendo fuertes dificultades
económicas, sociales y políticas. Como consecuencia, han salido a la luz y se
han visto agravadas una serie de desigualdades estructurales fuertemente
arraigadas, por ejemplo, entre los trabajadores formales e informales, o entre
las mujeres y los hombres.
Han desaparecido millones de empleos, especialmente en
el sector informal, donde la mayoría de los trabajos requieren de un fuerte
contacto físico. Los grupos de población más afectados han sido las mujeres,
los jóvenes y los trabajadores con una educación más limitada, quienes
constituyen la mayor parte de los empleos en sectores como el comercio al por
menor o la hostelería.
Las pérdidas de empleo e ingresos han provocado que
millones de personas de América Latina y el Caribe se hayan visto obligadas a
caer en la pobreza, lo que ha acabado con cualquier progreso alcanzado en estos
últimos 15 años.
Las actividades de inversión de toda la región se han
visto fuertemente afectadas, y probablemente de forma prolongada, debido a la
pandemia. En medio de la fuerte caída de la demanda de los clientes, los
cierres temporales de los negocios y el aumento de la incertidumbre, las
empresas han vuelto a los planes de inversiones.
La disminución del 13 % en la inversión de 2020
eclipsa la caída experimentada en 2009. Mientras que las inversiones se
recuperaron rápidamente tras la crisis financiera mundial, esta vez parece poco
probable que se produzca una recuperación de ese tipo en torno a las
incertidumbres tan significativas y persistentes que existen.
La amenaza de otra posible década de pérdidas en
términos de crecimiento económico y avances en el desarrollo acecha a América
Latina y el Caribe.
El informe recalca que las medidas de apoyo fiscales y
monetarias han supuesto un recurso decisivo para las viviendas y negocios de
toda la región. A pesar de que muchos países hayan entrado en la pandemia con
considerables déficits fiscales y altos niveles de deuda pública, el Gobierno
ha implementado recursos suficientes para combatir la crisis económica y
sanitaria. Brasil, Chile y Perú han introducido las mayores medidas de estímulo
de la región, que han ascendido hasta un 10-15 % del PIB.
«De cara al futuro, el apoyo fiscal continuado seguirá
siendo fundamental para la recuperación, ya que los esfuerzos nacionales y los
recursos de movilización deben complementarse con un mejor acceso a la
financiación exterior», añadió Rashid.
Sin acciones políticas decisivas, la crisis podría
haber tenido un impacto negativo y prolongado en los mercados de trabajo de la
región y en las inversiones en capital físico y humano. Esto, a su vez, podría
haber impedido aún más la innovación y el crecimiento de la productividad,
frenando el nivel de vida.
Contra esta situación, se aumentan las demandas para
un nuevo modelo de desarrollo, centrado en una transformación radical de los
patrones de producción y consumo.
El Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (DESA) ha elaborado el informe de la Situación y las perspectivas de la economía mundial en 2021, en colaboración con las cinco comisiones regionales de las Naciones Unidas y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
La Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas también ha contribuido a la redacción de este informe. Si desea obtener más información, visite: www.bit.ly/wespreport
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