Donde sólo había espinos, cactus y rebaños de ovejas,
hoy empezamos a ver inéditas plantaciones de frutilla, arándanos y cerezos,
entre otros frutales. Esta reconversión está ocurriendo gracias a la entrada en
operaciones del embalse Convento Viejo, ubicado a 83 kilómetros al sur de
Rancagua y a 12 de Chimbarongo, en la Sexta Región.
Crear las condiciones para concretar ese cambio en las
comunas de Marchigüe, Pumanque y Lolol, es el objetivo del proyecto FIC
“Transferencia reconversión del secano con riego tecnificado”, financiado por
el Gobierno Regional de O’Higgins y ejecutado por la Facultad de Agronomía e
Ingeniería Forestal de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
El proyecto hizo un diagnóstico de las condiciones
agroclimáticas, de suelo y riego de la zona, así como del perfil de sus
productores. Tras ello, elaboró una estrategia para implementar la reconversión
productiva de las zonas implicadas.
“La estrategia se basa en el realismo y en considerar
las condiciones y limitantes de los productores en temas como la disponibilidad
de agua, de mano de obra, el tipo de suelo y en base a eso escoger los cultivos
que sean más rentables”, explica Juan Pablo Subercaseaux, profesor de la
Facultad de Agronomía de la Universidad Católica y coordinador de la
iniciativa.
En una segunda etapa, se prevé generar centros
tecnológicos municipales, en los que se capacitará a los usuarios en las
últimas tecnologías de riego: sondas para medir la humedad, uso de ERNC, riego
tecnificado de alta eficiencia, entre otros. Estos centros operarán como
parcelas demostrativas, dos de las cuales están a punto de ser plantadas.
En la fase siguiente el proyectó entregará asesoría productiva para las especies seleccionadas por su rentabilidad y bajo riesgo, en coordinación con el trabajo municipal y las organizaciones de usuarios. Además, se capacitará a los productores en la postulación a fondos de riego de distintas instituciones.
Aunque su construcción data de 1972, el embalse
Convento Viejo enfrentó diversas vicisitudes y no fue sino hasta 2008 que
inició su operación, bajo el modelo de concesión, y recién el año 2018 llega a
Lolol y Pumanque. Al año 2021 sigue pendiente la llegada del agua a Marchigüe,
por problemas de canalización de las aguas.
“El agua es un recurso muy escaso en los predios de
las comunas del secano costero como Lolol, Marchigüe y Pumanque, las que
básicamente se alimentan de las lluvias. La agricultura en esas comunas es más
de subsistencia que comercial.
Desde el Gobierno Regional estamos muy comprometidos
para que los pequeños agricultores puedan tener acceso al agua, mejoren su
producción y puedan subsistir en medio de esta grave crisis hídrica”, comenta
el Gobernador Regional, Pablo Silva. Esa escasez hace que el 70% de su
superficie la ocupe la ganadería bovina, ovina y caprina, pero son
mayoritariamente productores pequeños.
En el caso de los bovinos, el 50% de los productores
tiene 50 o menos animales y en los ovinos, el 81% sólo reúne el 20% de la masa
ganadera. También hay plantaciones de Eucalyptus globulus y Pinus radiata,
explotaciones que fueron muy afectadas por los incendios forestales de 2017. Otra
veta productiva es la vitivinicultura, pero con menor superficie.
Si bien con la llegada del riego se ha visto una
expansión agrícola en las citadas comunas, con la aparición de viñas,
arándanos, frutillas, tomates y otros cultivos industriales o de mayor valor,
ese crecimiento ha sido dispar entre la pequeña y la gran agricultura.
“Muchos agricultores abandonan sus campos o
simplemente dividen sus jornadas, con el objetivo de trabajar en otras empresas
de la zona, pues no es posible mantener la agricultura como única actividad de
subsistencia económica. Por la misma razón, también se ha frenado el desarrollo
de emprendimientos en la zona”, es una de las opiniones recogidas en la
“Encuesta UC productores y agentes públicos del secano de 2020”.
“Pese a ello, el 71% de los productores dice que
no ha considerado irse de sus terrenos; algunos por apego, otros por la
tradición familiar y otros tantos porque los precios a los que pueden arrendar
sus tierras son muy bajos, mientras no tengan agua de riego”, indica la citada
encuesta.
Esa situación, sin embargo, cambió con la entrada en
operaciones de Convento Viejo.
“Tener agua valorizó esos activos. Una hectárea en el secano costero hace 10 años se transaba en $600.000 y ahora tiene valores superiores a $10.000.000. Esa valorización de los activos es una excelente noticia, pero para que los pequeños productores la puedan utilizar, sin vender la tierra, deben ser apoyados técnica y financieramente”, explica Subercaseaux.
“El gran desafío es cómo traducir el acceso al agua de
riego en una mejor calidad de vida para los pequeños agricultores y nuevas
oportunidades para sus hijos, disminuyendo la fuerte migración de los jóvenes a
otras comunas. Y la clave es producir cultivos rentables, que puedan pagar los
altos costos del agua, además de los normales costos productivos, dejando
utilidades para los agricultores”.
Subercaseaux se refiere al inédito modelo de venta de
agua con que opera el embalse. “Normalmente en Chile adquieres derechos o te
los asignan, por lo que puedes tener derechos de cierta cantidad de litros por
segundo de un canal o de un pozo y se cobra por la mantención, pero no por el
consumo de agua.
En el modelo de Convento Viejo, el agua se vende por
metro cúbico (El año 2021 se transa en $53/m3), lo que implica un costo anual
de entre $350.000 a $500.000, según el consumo estimado de agua del cultivo.
Esto exige una reconversión productiva muy estudiada”, explica.
Para lograr una reconversión exitosa, el académico de
la PUC plantea que hay que abordar cuatro áreas críticas.
Un primer punto es precisamente el tema del agua. “La
venta requiere adaptar la institucionalidad, ya que la Comisión Nacional de
Riego exige que los postulantes a subsidios de la ley sean dueños del
agua, y bajo el esquema de Convento Viejo los productores serán compradores”.
Esto se subsana con contrato de compras por 10 años, pero queda la
incertidumbre del precio futuro del agua, tema que, aún, NO se sabe cómo se
reajustará a través del tiempo.
Un tercer punto crítico, tanto para los medianos y los
pequeños productores, es el acceso a la inversión. “En el caso de los medianos
es más complejo, porque, a diferencia de los pequeños, no tienen acceso a líneas
de apoyo como los Prodesal o al Indap, y hay que tener en cuenta que la
producción de frutales tiene tres a cuatro años sin ingresos”, señala. “Una
opción para ellos es que, dado que sus terrenos se valorizaron mucho con el
riego, arrienden una parte y produzcan en la otra con los ingresos que ese
arriendo les genera”, explica el agrónomo.
Otro tema relevante, y en el que no siempre se repara,
es el envejecimiento de los productores de la zona y la escasez de mano de
obra. “Según las proyecciones realizadas en estas comunas, el año 2023, más
del 50% de sus habitantes tendrá más de 50 años. La razón es muy simple,
los jóvenes han migrado a otras comunas en busca de mejores oportunidades”.
“Este es un tema crucial, ya que los frutales que son una opción rentable como los arándanos y los cerezos, son intensivos en mano de obra. Ahí hay un gran desafío”, agrega Subercaseaux.
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