La iniciativa está inserta en el Piloto de Desarrollo
Rural que se ejecuta en esa comuna y que apunta a la diversificación productiva
y a un mayor bienestar social y oportunidades para los habitantes del
territorio, en un marco de sustentabilidad y cultura local.
Los objetivos son aumentar la superficie frutícola,
mejorar los sistemas de producción, fomentar el trabajo asociativo, desarrollar
productos finales y generar canales de comercialización.
En ese período la
superficie frutícola aumentó de 8 a 20,4 hectáreas y la superficie bajo riego,
de 3,7 a 16,7 hectáreas.
Con un aporte de INDAP de $179.289.000 y de IICA de
$35.700.000, en mayo de 2020 se concretó el convenio con el IICA, que tiene una
duración de tres años y beneficia a los productores del piloto.
La asesoría prioriza los rubros de frutales mayores,
frutales menores, hortalizas y agroelaborados, y contempla visitas de
especialistas, días de campo, desarrollo de imágenes corporativas y el apoyo
para la obtención de resoluciones sanitarias y el proceso de comercialización,
entre otros aspectos.
Una de las beneficiadas con esta iniciativa es Fabiola Huenchuleo, del sector San Ignacio, camino a Traiguén, quien hasta 2019 se dedicaba a la apicultura, con 40 colmenas, y su huerta.
Ese año sumó 7 mil plantas de frutillas, fruto que hoy
vende en Los Sauces y Angol. “Las entrego en bandejas en locales comerciales y
a particulares”, cuenta. En octubre del año pasado agregó 2.500 plantas de
frambuesa que aún están en crecimiento.
“Gracias a la asesoría he aprendido mucho sobre
control de malezas y plagas, fertilización y buen manejo de los cultivos. Además,
ya se ven los resultados, porque la venta de frutillas ha mejorado nuestros
ingresos familiares (vive con su marido chofer y un hijo)”, añadió la
productora.
María Alarcón, del sector Santa Magdalena, también se sumó a la diversificación y en 2020 plantó 630 nogales que han ido creciendo muy bien en su predio, donde también produce acelga, repollo, arvejas y cilantro, además de criar pavos, pollos y chanchos.
“Con la asesoría he aprendido a podar, fumigar y poner cercos. Lo que me enseñan yo lo implemento y lo hago todo sola porque no me gusta pagarle a nadie”, cuenta.“Con este proyecto tengo la esperanza de que nos vaya
mejor y tengamos mejores ingresos, y que lo que hoy estamos haciendo lo hereden
mis hijos y nietos, porque una no va a durar toda la vida”, añadió la
agricultora, que el sostén de su familia ya que su marido está enfermo y ya no
la puede ayudar como antes en las labores de campo.
IICA ha apoyado el trabajo de estos productores campesinos con capacitaciones para el adecuado manejo de sus cultivos frutícolas y hortícolas, guías y registros productivos, así como con cajas de herramientas para recordarles las labores que hoy están mejorando su calidad de vida.
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