¿Y
por qué acá no?, se preguntó la agricultora Julia Muñoz, y de inmediato pasó a
la acción. Corría 2019, antes de la pandemia, cuando recibió de regalo unas
semillas de quinua.
“Probé
y me resultó. Salieron pocas, apenas 15 plantas, pero cuando logré adquirir una
máquina trilladora me decidí a probar con un invernadero completo de 160 metros
cuadrados”, cuenta mientras trilla la primera cosecha destinada a la venta en
la turística ciudad de Puerto Natales, antesala de las Torres del Paine.
La
quinua es un grano pequeño que resiste temperaturas extremas, pero es fácil que
se vuele con el viento, de ahí que el uso del invernadero fue la primera
necesidad. En Magallanes las rachas de 100 kilómetros por hora son frecuentes
en la temporada estival y fácilmente podían dejarla sin plantas.
“Todavía
no tengo precio. Quiero que sea más barato que la importada, pero también tengo
que sacar mis costos. Siento que este ensayo me va permitir mejorar en las
próximas temporadas. Hice distintos distanciamientos entre plantas y tengo
claro cuál funciona mejor”, dice Julia Muñoz.
Quinua significa “grano madre” en quechua y fue la dieta básica de los pueblos precolombinos, principalmente en las culturas altiplánicas. Hoy, vive un boom por su riqueza nutricional y cultural, además que se adapta con facilidad al cambio climático y ofrece variedad de formas de consumo.
“Voy
a intentar vender el producto. La quinua todavía no es de consumo muy popular,
masivo, en Puerto Natales, pero tiene un enorme potencial y propiedades increíbles.
Hay varias recetas para hacer platos sabrosos”, comenta la agricultora, usuaria
de INDAP.
En
su historia de vida, Julia Muñoz siempre ha seguido la “estrella de la
innovación”, como dice. Por ejemplo, fue la primera en la zona en crear un sistema
de mesas para el cultivo de frutillas con riego tecnificado. La idea la
compartió, corrió rápido por la región y actualmente muchos utilizan estas
cómodas mesas.
“Hoy estoy más centrada en la producción de hortalizas verdes (lechugas, cilantro, acelgas) y voy a seguir intentando con la quinua. Las frutillas, que dieron muy buenos resultados, ya son pasadas, todos andábamos con alergia”, relata.
La
agricultora valoró el apoyo de INDAP, a través de su Servicio de Asesoría
Técnica (SAT), que le permitió contar con la trilladora para la quinua, una
maquinaria clave. El costo fue de $1.209.100, con cofinanciamiento del servicio
y un aporte suyo. “Es de muy fácil uso y ayuda en todo el trabajo”,
indicó.
Clarina Helmer, jefa del Área Puerto Natales de INDAP, destacó la innovación y el esfuerzo de esta agricultora, “que siempre va unos pasos más adelante en la producción alimentaria de la zona”.
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