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Sandra Marín |
La académica del Instituto de Acuicultura de la Universidad Austral de Chile (UACh) de la sede Puerto
Montt y profesora asociada del Centro de
Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL)
considera relevante observar cómo ha actuado el Estado respecto a eventos que
ha experimentado esta industria, que posiciona al Chile como el segundo
productor a nivel mundial.
“Si uno estudia la cronología de la industria del
salmón en el último período ocurrieron dos crisis relevantes que son de naturaleza
socioecológica. La primera fue la crisis del virus ISA, que puso en
cuestionamiento la sostenibilidad de la salmonicultura en su sentido más amplio
y además fue un hito para el Estado de Chile, que se transforma en un Estado
con un rol mucho más regulador”, indica.
Agrega que “posteriormente, en el año 2016 ocurre una
nueva crisis producto de una mortalidad masiva de salmones causada por la
ocurrencia de un evento de marea roja, que significó de disponer de gran
cantidad de peces muertos mar afuera. En ese momento nos dimos cuenta que éramos
incpaces de adelantarnos a estos
eventos, lo cual limita la posibilidad de prevenir y de mitigar consecuencias”.
La académica, que destaca la relevancia económica de
esta industria por los puestos de trabajo directos e indirectos que se generan
en el sur del país, sostuvo que “tenemos la complejidad relacionada a la
diversidad de ambientes en los que la salmonicultura opera. Además, la
salmonicultura está inserta en un espacio donde convive e interactúa con otras
actividades productivas, pero también donde se solapa con otros intereses no
productivos como, por ejemplo, las áreas marinas protegidas o los espacios reservados
para los pueblos originarios”.
Además, reflexiona que “cuando uno piensa en esta
complejidad puede preguntarse cuál es el modelo de gobernanza que necesitamos
para poder transitar hacia un futuro sostenible. Esta gobernanza actualmente es
centralizada en el Estado. Esto quiere decir que queda poco espacio para las
particularidades territoriales. También es sectorial, es decir, que no da
cabida a evaluar los efectos que puedan ocasionarse por las interacciones que
se desarrollan en el espacio marino”.
La ecóloga, que colabora en mesas público-privadas de acuicultura, sostiene que “también hay que considerar que en la administración de los ecosistemas marinos intervienen bastantes instituciones del Estado y esto dificulta la posibilidad de tomar decisiones en base a un objetivo común y también nos dificulta el hacer un uso eficiente de los recursos que tenemos”.
Propuestas
La académica de la UACh plantea cinco propuestas para
transitar hacia una salmonicultura sostenible. Como primera acción señala que
“como país debemos concordar en una definición de acuicultura sostenible
especialmente ahora que vamos a entrar a discutir la ley de acuicultura”.
“Como segunda propuesta, necesitamos avanzar hacia una
evaluación de desempeño de la salmnonicultura más integradora, que traspase la
escala espacial de centro de cultivo y nos mueva hacia escalas espaciales donde
emergen las sensibilidades socioecológicas de distinta naturaleza”, expone.
Marín, quien dirige el Doctorado en Ciencias de la Acuicultura y coordina estudios de postgrado en la UACh, plantea que la tercera propuesta está relacionada a “cómo el Estado se hace responsable de introducir la tecnología en sus regulaciones.
Cómo las industrias, en este caso la
salmonicultura, responsablemente asume el uso de estas tecnologías”. También
agrega que “es importante el rol de la innovación. Quisiera enfatizar que
estamos bastante concentrados en la innovación tecnológica, pero no podemos dejar
de lado la innovación social si queremos transitar equitativamente hacia la
sostenibilidad”.
Como cuarto planteamiento, la docente destaca los
vínculos que deben generarse entre la academia, la industria, la sociedad civil
y el Estado. “El punto es cuál es el modelo que nos va a servir para los
propósitos de tener una gobernanza que nos de confianza a todos, que sea
proactiva y no reactiva, que sea ágil en el proceso de la toma de decisiones y
que considere las particularidades territoriales”.
Finalmente, la académica sitúa a las personas como fundamentales en la industria del salmón. “Hoy día demandamos especialistas, pero no podemos olvidarnos de que estamos enfrentando sistemas complejos que requieren de capacidades que les permitan a estos profesionales insertarse en grupos interdisciplinarios y transdisciplinarios. Es necesario que demuestren capacidades y habilidades para poder poner en marcha los cambios que se requieren para llegar a una sociedad sostenible”, afirmó.
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