martes, 24 de junio de 2025

Primer estudio sobre juventud rural emprendedora en O’Higgins y Maule ayudará a focalizar mejor el apoyo estatal

El ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela, junto la directora ejecutiva de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), Francine Brossard, dieron a conocer el “Estudio de caracterización de juventud rural emprendedora en las regiones de O’Higgins y Maule” en un acto realizado en la Universidad de O’Higgins, sede Rancagua.

El estudio, que contó con el apoyo del Instituto de la Juventud (INJUV), permitirá comprender y fortalecer a la juventud rural emprendedora, un segmento clave para el desarrollo sostenible en el campo chileno.

“Este estudio es un nuevo campanazo que nos recuerda la obligación que tenemos como Estado de fortalecer el ecosistema de emprendimiento también en las comarcas rurales. Necesitamos que el trabajo de INDAP, FIA e INJUV se articule con Sercotec, Corfo, el FOSIS y las universidades, para que el apoyo llegue realmente a los jóvenes del campo”, afirmó el ministro Valenzuela.

Falta de financiamiento y capacitación.

Los resultados de la investigación fueron presentados por Francisco Díaz, jefe de la Unidad de Formación y Vinculación de FIA, quien destacó que los jóvenes perciben una excesiva burocracia -como los permisos sanitarios y la lentitud institucional-, además de la falta de financiamiento y capacitación.

Estos factores se ven aún más agravados por el desconocimiento o la limitada accesibilidad a los fondos públicos.

Pese a estas barreras, una amplia mayoría manifestó su intención de seguir viviendo y trabajando en zonas rurales en los próximos cinco años, lo que revela un fuerte arraigo territorial y un compromiso genuino con el desarrollo de sus comunidades.

Por su parte, la directora de FIA, Francine Brossard reiteró la urgencia de mejorar el acceso a información, financiamiento y formación para jóvenes que emprenden en el mundo rural. “Este estudio es fundamental porque visibiliza por primera vez a la juventud rural emprendedora.

 

Los jóvenes tienen empuje, pero también críticas claras: sienten que faltan capacitaciones y que desconocen las instituciones que podrían apoyarlos. Ahí tenemos un desafío como Estado”, señaló.

Agregó que revertir la baja participación en el agro no será inmediato, pero que el camino está en incentivar desde temprano que los jóvenes no solo se queden en sus territorios, sino que puedan emprender con herramientas reales y sostenibles.

En este sentido, FIA está impulsando programas como Savialab, que este año cumple 10 años fomentando la innovación temprana desde los 15 años en liceos rurales; y Rebrota, que apoya a jóvenes entre 18 y 35 años en el diseño y financiamiento de proyectos innovadores.

El vicerrector de la Universidad de O’Higgins, Carlos Pérez, además de su colaboración en el estudio, destacó entre los resultados “la mayoritaria voluntad de los jóvenes rurales de quedarse y emprender en la región, lo que coincide con el 60% de los egresados de la Universidad de O’Higgins que manifiestan su intención de desarrollarse profesionalmente en la zona”.

Por su parte, el Seremi de Agricultura de O’Higgins, Cristian Silva, valoró la relevancia local del estudio.

“En O’Higgins tenemos una juventud rural con talento y compromiso, pero que requiere más y mejores herramientas para emprender y quedarse en su tierra. Este estudio nos entrega información clave para rediseñar apoyos desde la realidad local, reforzar la articulación entre instituciones y, sobre todo, llegar de forma oportuna con programas de financiamiento, capacitación y acompañamiento que impulsen la innovación y el arraigo en el mundo rural de nuestra región”, afirmó.

Durante el evento dos jóvenes emprendedores rurales, Alfredo Carrasco, CEO y Fundador de FarmHability y Daniela Bignotti, fundadora de BIGDA y Mujer Agroinnovadora FIA 2023 por la región de O´Higgins, compartieron sus experiencias y se refirieron a los desafíos que debieron enfrentar para salir adelante.

Otros hallazgos para redireccionar las políticas públicas.

Otro hallazgo relevante del estudio es la escasa vinculación con programas de apoyo estatal. Más del 75% de los y las jóvenes financió su emprendimiento con recursos propios, mientras que menos del 5% accedió a fondos públicos. En los grupos focales, se identificaron barreras como la complejidad de los procesos y la baja accesibilidad de los instrumentos disponibles.

El estudio surge como respuesta a una brecha de información sobre la juventud rural, evidenciada por el informe del INJUV (2023), que mostró que, aunque el porcentaje de jóvenes rurales trabajando por cuenta propia aumentó de un 13% en 2018 a un 26% en 2022, éste sigue siendo bajo y existe escasa caracterización de este grupo. Por ello, el estudio se enfocó en analizar cuantitativa y cualitativamente a jóvenes de las regiones del Maule y O’Higgins, particularmente en el sector silvoagropecuario y la cadena agroalimentaria.

Los resultados muestran una presencia significativa de jóvenes emprendedores en ambas regiones, aunque en su mayoría desvinculados del rubro silvoagropecuario. Predominan los emprendimientos relacionados con la reventa de productos y la repostería, actividades que, por su estacionalidad, tienden a operar en la informalidad.

Juventud rural: actor clave en el desarrollo sostenible. 

El líder del Proyecto Juventudes Rurales del Instituto de la Juventud (INJUV), Ignacio Becker, dijo que este estudio “es un primer paso fundamental para reconocer a las juventudes rurales como actores clave del desarrollo sostenible.

Nos permite ajustar las políticas públicas a sus realidades y aspiraciones, y reforzar el compromiso del Estado para acompañarlos con herramientas concretas, desde la formación hasta el acceso a oportunidades productivas en sus propios territorios”. 

Finalmente, el director nacional del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP), Santiago Rojas, expresó que “se rompe el mito de que todo lo rural es agrícola. Hay jóvenes emprendiendo en distintos rubros, y eso nos desafía a fortalecer políticas diferenciadas.

 Desde INDAP estamos impulsando programas como Mi Primer Negocio Rural y el Programa de Inversiones para Jóvenes, pero el desafío es mayor: necesitamos políticas públicas de largo aliento que permitan escalar estos emprendimientos, avanzar en formalización y asegurar empleos dignos en el campo”, señaló.

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