El ministro de Agricultura,
Esteban Valenzuela, junto la directora ejecutiva de la Fundación para la
Innovación Agraria (FIA), Francine Brossard, dieron a conocer el “Estudio de
caracterización de juventud rural emprendedora en las regiones de O’Higgins y
Maule” en un acto realizado en la Universidad de O’Higgins, sede Rancagua.
El estudio, que contó con el
apoyo del Instituto de la Juventud (INJUV), permitirá comprender y fortalecer a
la juventud rural emprendedora, un segmento clave para el desarrollo sostenible
en el campo chileno.
“Este estudio es un nuevo
campanazo que nos recuerda la obligación que tenemos como Estado de fortalecer
el ecosistema de emprendimiento también en las comarcas rurales. Necesitamos
que el trabajo de INDAP, FIA e INJUV se articule con Sercotec, Corfo, el FOSIS
y las universidades, para que el apoyo llegue realmente a los jóvenes del
campo”, afirmó el ministro Valenzuela.
Falta de
financiamiento y capacitación.
Los resultados de la
investigación fueron presentados por Francisco Díaz, jefe de la Unidad de
Formación y Vinculación de FIA, quien destacó que los jóvenes perciben una
excesiva burocracia -como los permisos sanitarios y la lentitud institucional-,
además de la falta de financiamiento y capacitación.
Estos factores se ven aún más
agravados por el desconocimiento o la limitada accesibilidad a los fondos
públicos.
Pese a estas barreras, una
amplia mayoría manifestó su intención de seguir viviendo y trabajando en zonas
rurales en los próximos cinco años, lo que revela un fuerte arraigo territorial
y un compromiso genuino con el desarrollo de sus comunidades.
Por su parte, la directora de
FIA, Francine Brossard reiteró la urgencia de mejorar el acceso a información,
financiamiento y formación para jóvenes que emprenden en el mundo rural. “Este
estudio es fundamental porque visibiliza por primera vez a la juventud rural
emprendedora.
Los jóvenes tienen empuje,
pero también críticas claras: sienten que faltan capacitaciones y que
desconocen las instituciones que podrían apoyarlos. Ahí tenemos un desafío como
Estado”, señaló.
Agregó que revertir la baja
participación en el agro no será inmediato, pero que el camino está en
incentivar desde temprano que los jóvenes no solo se queden en sus territorios,
sino que puedan emprender con herramientas reales y sostenibles.
En este sentido, FIA está
impulsando programas como Savialab, que este año cumple 10 años fomentando la
innovación temprana desde los 15 años en liceos rurales; y Rebrota, que apoya a
jóvenes entre 18 y 35 años en el diseño y financiamiento de proyectos innovadores.
El vicerrector de la
Universidad de O’Higgins, Carlos Pérez, además de su colaboración en el
estudio, destacó entre los resultados “la mayoritaria voluntad de los jóvenes
rurales de quedarse y emprender en la región, lo que coincide con el 60% de los
egresados de la Universidad de O’Higgins que manifiestan su intención de
desarrollarse profesionalmente en la zona”.
Por su parte, el Seremi de
Agricultura de O’Higgins, Cristian Silva, valoró la relevancia local del
estudio.
“En O’Higgins tenemos una
juventud rural con talento y compromiso, pero que requiere más y mejores
herramientas para emprender y quedarse en su tierra. Este estudio nos entrega
información clave para rediseñar apoyos desde la realidad local, reforzar la articulación
entre instituciones y, sobre todo, llegar de forma oportuna con programas de
financiamiento, capacitación y acompañamiento que impulsen la innovación y el
arraigo en el mundo rural de nuestra región”, afirmó.
Durante el evento dos jóvenes
emprendedores rurales, Alfredo Carrasco, CEO y Fundador de FarmHability y
Daniela Bignotti, fundadora de BIGDA y Mujer Agroinnovadora FIA 2023 por la
región de O´Higgins, compartieron sus experiencias y se refirieron a los desafíos
que debieron enfrentar para salir adelante.
Otros hallazgos
para redireccionar las políticas públicas.
Otro hallazgo relevante del
estudio es la escasa vinculación con programas de apoyo estatal. Más del 75% de
los y las jóvenes financió su emprendimiento con recursos propios, mientras que
menos del 5% accedió a fondos públicos. En los grupos focales, se identificaron
barreras como la complejidad de los procesos y la baja accesibilidad de los
instrumentos disponibles.
El estudio surge como
respuesta a una brecha de información sobre la juventud rural, evidenciada por
el informe del INJUV (2023), que mostró que, aunque el porcentaje de jóvenes
rurales trabajando por cuenta propia aumentó de un 13% en 2018 a un 26% en 2022,
éste sigue siendo bajo y existe escasa caracterización de este grupo. Por ello,
el estudio se enfocó en analizar cuantitativa y cualitativamente a jóvenes de
las regiones del Maule y O’Higgins, particularmente en el sector
silvoagropecuario y la cadena agroalimentaria.
Los resultados muestran una
presencia significativa de jóvenes emprendedores en ambas regiones, aunque en
su mayoría desvinculados del rubro silvoagropecuario. Predominan los
emprendimientos relacionados con la reventa de productos y la repostería, actividades
que, por su estacionalidad, tienden a operar en la informalidad.
Juventud rural: actor clave en el desarrollo sostenible.
El líder del Proyecto
Juventudes Rurales del Instituto de la Juventud (INJUV), Ignacio Becker, dijo
que este estudio “es un primer paso fundamental para reconocer a las juventudes
rurales como actores clave del desarrollo sostenible.
Nos permite ajustar las
políticas públicas a sus realidades y aspiraciones, y reforzar el compromiso
del Estado para acompañarlos con herramientas concretas, desde la formación
hasta el acceso a oportunidades productivas en sus propios territorios”.
Desde INDAP estamos impulsando programas como Mi Primer Negocio Rural y el Programa de Inversiones para Jóvenes, pero el desafío es mayor: necesitamos políticas públicas de largo aliento que permitan escalar estos emprendimientos, avanzar en formalización y asegurar empleos dignos en el campo”, señaló.
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