miércoles, 13 de noviembre de 2019

Crece el hambre, la obesidad y el sobrepeso en América Latina y el Caribe


El aumento acelerado del consumo de alimentos ultra procesados y de comida rápida que son altamente calóricos altos en grasas y azúcar y aumentado la inactividad física serían algunas las razones que han permitido que la obesidad y el sobrepeso se hayan triplicado la obesidad en la región desde los niveles que tenía en 1975.

Lo anterior está ligado a un rápido aumento de los ingresos y urbanización, mejoras en las infraestructuras la liberalización de las políticas de regulación de mercado y el aumento del empleo rural no agrícola, que han transformado rápidamente el sistema alimentario de la región y con ello sus patrones de consumo.

Ante estos cambios, las comidas preparadas y fuera del hogar se han vuelto alternativas atractivas. A lo anterior, se suma la desproporcionada e inequitativa porción de áreas cultivadas destinadas a producción de insumos básicos para productos procesados y ultraprocesados (aceites, harinas, azúcar), en contraste con la reducción de las áreas dedicadas a producir frutas, hortalizas y legumbres.

El incremento es especialmente crítico entre los adultos. En tan sólo una generación, comprendida por el periodo de 1990 a 2016, la obesidad en El Caribe pasó de 11% a 25%, en Mesoamérica de 14% a 27% y en Sudamérica del 12% al 23%.

 La prevalencia de la obesidad en adultos en América Latina y el Caribe se ha triplicado desde los niveles que había en 1975, al punto que hoy uno de cada cuatro adultos vive con obesidad, en una región donde el hambre ha vuelto a crecer y afecta a 42,5 millones de personas

De mantenerse la tendencia actual, se estima que la prevalencia de obesidad en adultos alcanzaría el 30% para 2030. En la misma línea, la prevalencia de sobrepeso en adultos (que incluye a las personas con obesidad) pasaría del 60% actual a 70% en el 2030.

Esa es una de las principales conclusiones del Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2019 entregado este martes en la sede regional de la FAO en Santiago de Chile.

El documento fue elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), el Fondo de las Naciones U

nidas para la Infancia (UNICEF) y el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP), pidieron acciones urgentes a los países para enfrentar el aumento de la malnutrición en la región.

 El documento destaca la necesidad de promover entornos alimentarios más saludables mediante impuestos e incentivos fiscales que favorezcan una alimentación adecuada, sistemas de protección social, programas de alimentación escolar y la regulación de la publicidad y de la comercialización de alimentos.

También, se advierte la importancia de mejorar el etiquetado de alimentos con sistemas de advertencia nutricional frontal, asegurar la inocuidad y calidad de los alimentos que se comercializan en la calle y reformular, la composición de ciertos productos para garantizar su aporte nutricional.
 Según el Panorama, el aumento más considerable de la obesidad en adultos en la región se observó en el Caribe, donde el porcentaje se cuadruplicó, pasando de 6% en 1975 a 25%, un incremento en términos absolutos de 760 mil a 6,6 millones de personas.

 “El explosivo aumento de la obesidad –que afecta al 24% de la población regional, unos 105 millones de personas, prácticamente el doble del nivel global de 13,2%– no sólo tiene enormes costos económicos, sino que amenaza la vida de cientos de miles de personas”, explicó el Representante Regional de la FAO, Julio Berdegué.

Según el Panorama, cada año 600 mil personas mueren en América Latina y el Caribe debido a enfermedades relacionadas con la mala alimentación, como diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares. La alimentación inadecuada está asociada con más muertes que cualquier otro factor de riesgo, algo que amenaza a nuestras futuras generaciones, ya que la obesidad tanto en la niñez como en la adolescencia se ha triplicado entre 1990 y 2016.

 “Debemos actuar ahora para revertir esta tendencia y evitar que los niños sufran las consecuencias de la mala alimentación en su salud y en su calidad de vida futura”, sostuvo la directora de la OPS/OMS, Carissa F. Etienne.

“Para lograrlo, necesitamos del compromiso de toda la sociedad y de políticas públicas que regulen los productos alimenticios malsanos, creen entornos propicios para la actividad física y promuevan la alimentación saludable en la escuela y en la mesa familiar”, agregó.

La publicación destaca que la región está peor que el resto del mundo en la mayoría de los indicadores de malnutrición relacionados a la ingesta excesiva de calorías: el sobrepeso se ha duplicado desde la década de los setentas, y afecta hoy al 59,5% de los adultos en la región, 262 millones de personas, mientras que a nivel global la tasa es 20 puntos porcentuales menor: 39,1%.

En contraste, la región tiene menores tasas de subalimentación que el mundo (6,5% para la región versus 10,8% mundial), desnutrición crónica infantil (9% versus 21,9%), y mucho menores tasas de desnutrición aguda infantil (1,3%, versus 7,3% para el mundo). Sin embargo, las agencias advierten sobre el aumento preocupante del hambre, que ha vuelto a crecer en 4,5 millones de personas desde 2014 –un aumento del 11%– alcanzando 42,5 millones en 2018, su punto más alto de la última década.

 l Panorama hace un análisis detallado de cómo ha cambiado el entorno alimentario de la región, entendido como el espacio de interacción entre las personas y las condiciones físicas, económicas, políticas y socioculturales que influyen en la manera que adquieren, preparan y consumen alimentos.

 Las ventas de productos ultraprocesados son las que más crecen en América Latina, lo que incrementa la exposición de la población a cantidades excesivas de azúcar, sodio y grasas: entre el 2000 y 2013, el consumo de productos ultraprocesados creció más de 25%, y el consumo de comida rápida creció casi un 40%.

 “En América Latina y el Caribe, demasiados niños y niñas comen muy poca comida saludable y demasiada comida procesada”, dijo Bernt Aasen, Director Regional (a.i.) de UNICEF para América Latina y el Caribe.

“Casi 1 de cada 5 niños y niñas menores de 5 años están desnutridos o tiene sobrepeso, lo que les impide crecer bien. Es una tarea de todos que la comida saludable esté disponible y sea asequible para todas las familias, especialmente las más vulnerables.”

 La expansión de las cadenas de supermercados y la preponderancia que han tomado las grandes industrias procesadoras de alimentos, es otro gran cambio que ha experimentado el entorno alimentario regional, el cual ha hecho que los productos ultraprocesados estén disponibles en todas partes, y a menores precios que la comida nutritiva. Los pobres son quienes más han sufrido producto de estos cambios, ya que hoy para este grupo de población puede resultar más caro comer sano que comer mal.

 La región ha reaccionado ante el alza de la malnutrición mediante una serie de políticas públicas. Países como Chile, Ecuador, Perú y Uruguay han implementado leyes de etiquetados de alimentos, que le permiten a los consumidores tomar mejores decisiones al momento de la compra.

 Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, México, Perú, Panamá y Uruguay han mejorado la regulación sobre publicidad de alimentos, y al menos 13 países de la región han adoptado medidas fiscales y de carácter social que buscan favorecer una alimentación adecuada. 

Según el Panorama, los programas de protección social, alimentación escolar, los sistemas públicos de abastecimiento y comercialización de alimentos y las políticas que promueven la inocuidad y calidad de los alimentos son fundamentales para mejorar la nutrición.

“Si expandimos los programas de protección social en nuestra región, enfrentaríamos mejor la doble carga que el hambre y la obesidad representan para comunidades y familias”, dijo el Director Regional del WFP, Miguel Barreto. “Son dos caras de la malnutrición”. Los programas de protección social cubren hoy a más de 200 millones de personas en América Latina y el Caribe, incluyendo 85 millones de escolares que reciben desayunos, meriendas o almuerzos.

“El panorama en Chile, en materia de la erradicación del hambre y mal nutrición infantil es positivo pues, fue pionero en establecer normas que dieron grandes resultados. Hasta el momento, con los indicadores comunes, se estima que hay un 2,7% de la población en situación de hambre.

Pero, si aplicamos los indicadores de la experiencia de la seguridad alimentaria, nos encontramos que 3,4% de la población se encuentra en la condición de inseguridad alimentaria grave ósea son 600.000 personas en Chile que un día a la semana o varios, no pudieron comer nada, es decir pasaron hambre.

Y luego, si agregamos la inseguridad alimentaria moderada, es decir que una persona restringió la cantidad y la calidad de la alimentación porque existe la incertidumbre de no saber si se podrá seguir consumiendo los alimentos habituales, 13,6% de la población chilena está en inseguridad alimentaria moderada.

Ósea 2,5 millones de chilenos está en inseguridad alimentaria moderada o grave.
En lo que Chile está mal es en el aumento de la obesidad y del sobrepeso. En Chile, el 63% de los hombres; el 61% de las mujeres y el 9% de los niños en Chile, está con sobrepeso siendo el doble del promedio mundial.

Y estos niños con sobrepeso, tienen problemas graves de salud, problemas sicosociales, autoestima. Lo anterior, sucede porque además de que los alimentos saludables en Chile son caros, no hay políticas públicas que intervengan directamente en la familia cuando se detecta a un niño con sobrepeso, al revés de lo que ocurre cuando un niño está desnutrido”, explicó Julio Berdegué.


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