
Lo anterior está ligado a un rápido aumento de los
ingresos y urbanización, mejoras en las infraestructuras la liberalización de
las políticas de regulación de mercado y el aumento del empleo rural no
agrícola, que han transformado rápidamente el sistema alimentario de la región
y con ello sus patrones de consumo.
Ante estos cambios, las comidas preparadas y fuera del
hogar se han vuelto alternativas atractivas. A lo anterior, se suma la
desproporcionada e inequitativa porción de áreas cultivadas destinadas a
producción de insumos básicos para productos procesados y ultraprocesados (aceites,
harinas, azúcar), en contraste con la reducción de las áreas dedicadas a
producir frutas, hortalizas y legumbres.
El incremento es especialmente crítico entre los
adultos. En tan sólo una generación, comprendida por el periodo de 1990 a 2016,
la obesidad en El Caribe pasó de 11% a 25%, en Mesoamérica de 14% a 27% y en
Sudamérica del 12% al 23%.
La prevalencia de la obesidad en adultos en
América Latina y el Caribe se ha triplicado desde los niveles que había en
1975, al punto que hoy uno de cada cuatro adultos vive con obesidad, en una
región donde el hambre ha vuelto a crecer y afecta a 42,5 millones de personas
De mantenerse la tendencia actual, se estima que la
prevalencia de obesidad en adultos alcanzaría el 30% para 2030. En la misma
línea, la prevalencia de sobrepeso en adultos (que incluye a las personas con
obesidad) pasaría del 60% actual a 70% en el 2030.
Esa es una de las principales conclusiones del
Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2019 entregado este martes
en la sede regional de la FAO en Santiago de Chile.
El documento fue elaborado por la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización
Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), el Fondo
de las Naciones U
nidas para la Infancia (UNICEF) y el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP), pidieron acciones urgentes a los países para enfrentar el aumento de la malnutrición en la región.
El documento destaca la necesidad de promover
entornos alimentarios más saludables mediante impuestos e incentivos fiscales
que favorezcan una alimentación adecuada, sistemas de protección social,
programas de alimentación escolar y la regulación de la publicidad y de la
comercialización de alimentos.
También, se advierte la importancia de mejorar el
etiquetado de alimentos con sistemas de advertencia nutricional frontal,
asegurar la inocuidad y calidad de los alimentos que se comercializan en la
calle y reformular, la composición de ciertos productos para garantizar su
aporte nutricional.
Según el Panorama, el aumento más considerable
de la obesidad en adultos en la región se observó en el Caribe, donde el
porcentaje se cuadruplicó, pasando de 6% en 1975 a 25%, un incremento en
términos absolutos de 760 mil a 6,6 millones de personas.
“El explosivo
aumento de la obesidad –que afecta al 24% de la población regional, unos 105
millones de personas, prácticamente el doble del nivel global de 13,2%– no sólo
tiene enormes costos económicos, sino que amenaza la vida de cientos de miles
de personas”, explicó el Representante Regional de la FAO, Julio Berdegué.
Según el Panorama, cada año 600 mil personas mueren en
América Latina y el Caribe debido a enfermedades relacionadas con la mala
alimentación, como diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares. La
alimentación inadecuada está asociada con más muertes que cualquier otro factor
de riesgo, algo que amenaza a nuestras futuras generaciones, ya que la obesidad
tanto en la niñez como en la adolescencia se ha triplicado entre 1990 y 2016.
“Debemos actuar
ahora para revertir esta tendencia y evitar que los niños sufran las
consecuencias de la mala alimentación en su salud y en su calidad de vida
futura”, sostuvo la directora de la OPS/OMS, Carissa F. Etienne.
“Para lograrlo, necesitamos del compromiso de toda la
sociedad y de políticas públicas que regulen los productos alimenticios
malsanos, creen entornos propicios para la actividad física y promuevan la
alimentación saludable en la escuela y en la mesa familiar”, agregó.

En contraste, la región tiene menores tasas de
subalimentación que el mundo (6,5% para la región versus 10,8% mundial),
desnutrición crónica infantil (9% versus 21,9%), y mucho menores tasas de
desnutrición aguda infantil (1,3%, versus 7,3% para el mundo). Sin embargo, las
agencias advierten sobre el aumento preocupante del hambre, que ha vuelto a
crecer en 4,5 millones de personas desde 2014 –un aumento del
11%– alcanzando 42,5 millones en 2018, su punto más alto de la última
década.
l Panorama hace un análisis detallado de cómo ha
cambiado el entorno alimentario de la región, entendido como el espacio de interacción
entre las personas y las condiciones físicas, económicas, políticas y
socioculturales que influyen en la manera que adquieren, preparan y consumen
alimentos.
Las ventas de productos ultraprocesados son las
que más crecen en América Latina, lo que incrementa la exposición de la
población a cantidades excesivas de azúcar, sodio y grasas: entre el 2000 y
2013, el consumo de productos ultraprocesados creció más de 25%, y el consumo
de comida rápida creció casi un 40%.
“En América
Latina y el Caribe, demasiados niños y niñas comen muy poca comida saludable y
demasiada comida procesada”, dijo Bernt Aasen, Director Regional (a.i.) de
UNICEF para América Latina y el Caribe.
“Casi 1 de cada 5 niños y niñas menores de 5 años
están desnutridos o tiene sobrepeso, lo que les impide crecer bien. Es una
tarea de todos que la comida saludable esté disponible y sea asequible para
todas las familias, especialmente las más vulnerables.”
La expansión de las cadenas de supermercados y
la preponderancia que han tomado las grandes industrias procesadoras de
alimentos, es otro gran cambio que ha experimentado el entorno alimentario
regional, el cual ha hecho que los productos ultraprocesados estén disponibles
en todas partes, y a menores precios que la comida nutritiva. Los pobres son
quienes más han sufrido producto de estos cambios, ya que hoy para este grupo
de población puede resultar más caro comer sano que comer mal.
La región ha reaccionado ante el alza de la
malnutrición mediante una serie de políticas públicas. Países como Chile,
Ecuador, Perú y Uruguay han implementado leyes de etiquetados de alimentos, que
le permiten a los consumidores tomar mejores decisiones al momento de la
compra.
Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, México,
Perú, Panamá y Uruguay han mejorado la regulación sobre publicidad de
alimentos, y al menos 13 países de la región han adoptado medidas fiscales y de
carácter social que buscan favorecer una alimentación adecuada.

“Si expandimos los programas de protección social en
nuestra región, enfrentaríamos mejor la doble carga que el hambre y la obesidad
representan para comunidades y familias”, dijo el Director Regional del WFP,
Miguel Barreto. “Son dos caras de la malnutrición”. Los programas de protección
social cubren hoy a más de 200 millones de personas en América Latina y el
Caribe, incluyendo 85 millones de escolares que reciben desayunos, meriendas o
almuerzos.
“El panorama en Chile, en materia de la erradicación
del hambre y mal nutrición infantil es positivo pues, fue pionero en establecer
normas que dieron grandes resultados. Hasta el momento, con los indicadores
comunes, se estima que hay un 2,7% de la población en situación de hambre.
Pero, si aplicamos los indicadores de la experiencia
de la seguridad alimentaria, nos encontramos que 3,4% de la población se
encuentra en la condición de inseguridad alimentaria grave ósea son 600.000
personas en Chile que un día a la semana o varios, no pudieron comer nada, es
decir pasaron hambre.
Y luego, si agregamos la inseguridad alimentaria
moderada, es decir que una persona restringió la cantidad y la calidad de la
alimentación porque existe la incertidumbre de no saber si se podrá seguir
consumiendo los alimentos habituales, 13,6% de la población chilena está en
inseguridad alimentaria moderada.
Ósea 2,5 millones de chilenos está en inseguridad
alimentaria moderada o grave.
En lo que Chile está mal es en el aumento de la
obesidad y del sobrepeso. En Chile, el 63% de los hombres; el 61% de las
mujeres y el 9% de los niños en Chile, está con sobrepeso siendo el doble del
promedio mundial.
Y estos niños con sobrepeso, tienen problemas graves
de salud, problemas sicosociales, autoestima. Lo anterior, sucede porque además
de que los alimentos saludables en Chile son caros, no hay políticas públicas
que intervengan directamente en la familia cuando se detecta a un niño con
sobrepeso, al revés de lo que ocurre cuando un niño está desnutrido”, explicó
Julio Berdegué.
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