En el plano externo, la economía mundial ha perdido
algo de dinamismo, pero las perspectivas para el año no muestran mayores
cambios. El alza de contagios de Covid-19, ha sido significativa en muchos
países y si bien se observa un descenso en la movilidad, sus efectos en la
actividad han sido acotados.
En todo caso, los riesgos en torno a China aumentan
por la mayor intensidad de las restricciones y su potencial impacto en la
persistencia de los cuellos de botella a nivel global.
Por otro lado, la inflación ha seguido aumentando en
diversas economías, con bancos centrales que han intensificado el giro hacia el
retiro de los estímulos monetarios.
Por otra parte, los riesgos geopolíticos han
aumentado, especialmente en Europa. En este contexto, los mercados financieros
dan cuenta de un alza transversal de las tasas de interés de largo plazo, la
apreciación de un número importante de monedas respecto del dólar y caídas de
los mercados bursátiles, particularmente desarrollados.
A su vez, el precio del barril de petróleo ha subido
de forma importante, ubicándose en torno a US$85 el barril (+19% desde la
última Reunión, para el promedio WTI-Brent), mientras que el precio del cobre
se ubica en torno a US$4,5 la libra.
En cuanto a la evolución del mercado financiero chileno, esta ha estado marcada
tanto por factores externos como internos, aunque con predominio de estos
últimos, posiblemente asociado a una disminución de la incertidumbre interna.
Desde la Reunión previa, el peso se apreció cerca de
5%, la bolsa subió en torno a 5%, las tasas de interés de largo plazo, aunque
con vaivenes, se ubican en niveles similares y el riesgo país (CDS) retrocedió
cerca de 10 puntos base (pb).
Por otro lado, las tasas de interés de corto plazo
subieron, en respuesta a la mayor inflación efectiva y a expectativas de tasa
de política monetaria más elevadas. De todas formas, los niveles de
incertidumbre siguen siendo elevados en comparación histórica y las tasas de
interés de largo plazo mantienen un diferencial relevante respecto de sus pares
externos.
En el agregado, los indicadores de actividad y demanda son coherentes con la parte
alta del rango de proyección para el 2021 considerado en el IPoM de diciembre.
En noviembre, la actividad aumentó 14,3% anual —0,3%
mensual para la serie desestacionalizada—, destacando la contribución de las
actividades de servicios y, en menor medida, del comercio.
En la demanda, resalta el sostenido dinamismo de las
importaciones de todo tipo de bienes. Las expectativas privadas (EEE) siguen
previendo tasas de expansión del PIB en torno a 2% para el 2022 y 2023. El
mercado laboral continúa registrando una recuperación paulatina, con una oferta
que se mantiene contenida de parte de los hogares y altos niveles de demanda
por trabajo de las empresas.
El crédito bancario, en general, conserva un dinamismo
acotado, primando factores de demanda. Las tasas de interés muestran un alza
para todo tipo de créditos, aunque más marcada en los de consumo.
La variación anual del IPC llegó a 7,2% en diciembre, superando las
expectativas de mercado y la proyección del último IPoM. El alza de los precios
fue generalizada entre los distintos ítems de la canasta.
Resaltó nuevamente el incremento de la inflación subyacente —IPC sin volátiles—, que se sitúa en 5,2% anual, impulsada tanto por los precios de los bienes —que sorprendieron al alza— como de los servicios.
En
el componente volátil, continuó destacando la contribución de los combustibles
y la evolución de algunos ítems puntuales. Las expectativas privadas de
inflación permanecen sobre 3% a dos años plazo.
Los riesgos para la evolución de la inflación siguen siendo significativos y su
eventual concreción se torna especialmente relevante en un contexto en que
tanto la variación anual del IPC como sus perspectivas ya son elevadas.
En particular, la evolución reciente de la actividad y
de la inflación se ubica algo por encima de lo previsto en el IPoM de diciembre
y las presiones inflacionarias derivadas del escenario internacional han
aumentado.
La decisión del Consejo es coherente con una trayectoria de política monetaria que, en el corto plazo, se ubicaría en torno al borde superior del corredor de tasa considerado en el IPoM pasado. Una nueva próximo IPoM.
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