El hito de la primera plantación fue liderado por la
directora ejecutiva de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), Francine
Brossard.
A la fecha, Chile no contaba con más 30 ejemplares de
esta variedad y la importación, se realizó gracias al convenio con una empresa
en California, la que no solo multiplica el número de ejemplares en más de 10
veces, sino que supera el número total de palmeras disponibles en el
territorio.
El proyecto es apoyado por FIA, con ejecución a cargo
de la empresa Kelümilla y la Universidad Arturo Prat (UNAP) como asociados.
También, cuenta con agricultores previamente seleccionados que recibirán
palmeras durante el transcurso del proyecto.
“La introducción del nuevo cultivo permitirá a los
pequeños productores complementar sus ingresos y diversificar su producción,
aumentando su estabilidad económica y haciendo su producción más adaptable ante
el cambio climático.
Principalmente, porque las palmeras de dátiles
proporcionan sombra, añaden materia orgánica al suelo y apoyan la flora y fauna
en regiones desertificadas, creando un microclima local que evitan el avance
del desierto. Además, el dátil es un alimento que contiene nutrientes valiosos
en hidrato de carbono, potasio, fósforo, calcio y magnesio, así como, el ácido
pantoténico necesario para convertir las grasas en hidratos de carbono o
energía”, dice la directora ejecutiva de FIA, Francine Brossard.
Considerando que el mercado nacional es muy pequeño,
el objetivo de la producción nacional de dátiles debe apuntar al mercado internacional.
Por tanto, la mayor propuesta de valor del dátil chileno sería la producción de
un dátil de gran calidad en contra estación, cuando el éste alcanza su mayor
precio.
José Delatorre Herrera, Ingeniero Agrónomo de la
Universidad Arturo Prat y coordinador alterno del proyecto, señaló que “nuestra
misión es establecer las palmeras en el desierto, luego del trabajo in
vitro que realizó Kelümilla.
Es un desafío enorme porque en el desierto hay arena y
no suelo agrícola, por lo tanto, hay que preparar el terreno, diseñar sistema
de riego, mejorar calidad de agua y establecer las condiciones de plantación en
general.
Posteriormente, se hace el seguimiento a los cultivos
en los próximos dos años que dura el proyecto. Estamos muy expectantes”.
Por lo tanto, el objetivo del proyecto es ampliar la
superficie de unidades de palmeras in vitro, porque la posibilidad de
multiplicación es muy lenta por semilla e hijuelos.
Por ello, mediante la uso de la tecnología de
micropropagación, se acelera la entrada en producción a 3 años, a diferencia de
los más de 10 años que se requieren desde semilla.
Juan Rebollo, el agricultor asociado que recibió las primeras 50 unidades en su predio ubicado en Santa Rosita, comuna de Pica, región de Tarapacá, comentó que desde hace 10 años que obtuvo el predio en la región y una vez, que decidió dejar atrás el trabajo en oficina, apostó por la innovación alimentaria.
“Gracias a la Unap, Kelumilla y FIA encontré toda la
información que necesitaba y el respaldo técnico. Ya tenemos la primera palmera
plantada y eso me deja muy entusiasmado para seguir adelante y espero que las
220 palmeras, que se plantarán en 2 hectáreas, den sus frutos.
Mi idea, es producir dátiles de calidad con una
tersura suave, mucho dulzor, características que hacen un alimento muy
apetecido en todos los mercados del mundo, incluyendo los países del Oriente,
Europa y Estados Unidos.
Sobre todo, porque Chile tiene las condiciones
geográficas y climáticas para hacerlo. Incluso se podría replicar al menos
desde el Río Loa, que tienen la misma calidad de sol”, dijo Rebollo.
En esa línea, Cristián Holzmann, ejecutor del
proyecto, añadió que el avance del sector es evidente ya que, después de 24
meses de ejecución de la iniciativa, “somos capaces de incorporar palmeras
datileras in vitro de otro país y reproducir, para llevarlas al campo
chileno y, al mismo tiempo, somos capaces de producir palmeras desde cero,en el
laboratorio, con material genético de nuestro suelo. Sólo hay que seguir
replicándolo y crecer, debido a que tenemos todas las condiciones de clima
favorables para su cultivo desde Copiapó hacia el norte”.
Es un gran salto para
diversificar nuestra matriz de alimentos en la región, que nos permite pensar
en un desarrollo presente y futuro del dátil en la región como en el país.
Desde la seremía, apoyaremos a los emprendedores para que este proyecto FIA
logre un éxito, por toda su inversión, en el tiempo”.
La mayor parte de la producción de dátiles ocurre en
el hemisferio norte entre los meses de julio y octubre de cada año. La
producción chilena, tiene la ventaja de ser en enero hasta abril.
Siendo la Unión europea, Estados Unidos, Australia, Japón, Canadá y Emiratos Árabes Unidos, los 10 principales países importadores y podrían ser un mercado potencial para el dátil chileno.
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