
Son las principales conclusiones de la nueva publicación
de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) como es la edición N⁰ 22 del informe Coyuntura Laboral en América
latina y el Caribe. El trabajo en tiempos de pandemia: desafíos frente a la
enfermedad por coranavirus (COVID-19).
El informe, fue presentado de manera simultánea
en Santiago de Chile y Lima, Perú, mediante una conferencia de prensa virtual
conjunta, encabezada por la Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL), Alicia Bárcena, y el Director Regional de la OIT para
América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro.
Además, de entregar estimaciones sobre la dinámica del
mercado de trabajo en los últimos meses, el informe conjunto CEPAL-OIT explora
algunas de las políticas implementadas por los países para proteger el empleo
formal, cautelar los ingresos de los trabajadores y trabajadoras en la economía
formal e informal y proteger, al sector productivo.
Según el documento, la implementación de las políticas
para la reactivación requerirá de un fuerte componente de formación y educación
en seguridad y salud para los actores del mundo del trabajo.
Para ello, son necesarios recursos institucionales y
presupuestarios reforzados que garanticen su cumplimiento y deben incluir,
buenas prácticas como la puesta en marcha de un protocolo de salud y seguridad
en el trabajo que incluya inducción al personal, la adopción de horarios de
entrada y salida desfasados para evitar aglomeraciones, rutinas de desinfección
y sistema de lavado de manos, uso obligatorio de mascarillas, y un protocolo en
caso de que algún trabajador presente síntomas.
Asimismo, agrega que de prolongarse la crisis por más
tiempo, será necesario una nueva ronda de medidas, orientadas tanto a proteger
empleo e ingresos de trabajadores y limitar impacto en las empresas, con un
foco especial en grupos vulnerables como los migrantes en situación no
regularizada, trabajadoras domésticas y cuidadores de personas mayores,
trabajadores asalariados e independientes informales en sectores críticos y
trabajadores de la salud en primera línea de respuesta frente al COVID-19.
Mirando hacia el futuro, ambos funcionarios de las
Naciones Unidas señalan que la crisis está empezando a forjar numerosos cambios
en el mundo laboral que serán permanentes con el fin de ir hacia una
“normalidad mejor”.
“Las políticas para la recuperación deben apuntar no
solo a una ‘nueva normalidad’ similar a la anterior, sino a una ‘normalidad
mejor’ con mayor formalidad, equidad y diálogo social”, indicaron Bárcena y
Pinheiro.
En materia de coyuntura, CEPAL y OIT indican que la
pandemia ha generado fuertes efectos negativos en el mercado de trabajo, con
consecuencias en el sector formal (reducción de horas, caída de salarios y
despidos) e informal (caída de empleo por distanciamiento y prohibición de
circulación, menor acceso a compensaciones de ingreso).
Asimismo, advierten que las mujeres trabajadoras son
las más vulnerables y sectores intensivos en mano de obra como el turismo,
comercio, manufactura, inmobiliaria y entretenimiento han sido altamente
afectados.
Además, las Micro y Pequeñas Empresas concentran 46,6%
del total del empleo en la región y tienen alto riesgo de experimentar
quiebras.

Se proyecta un aumento de la tasa de desocupación de
al menos 3,4 puntos porcentuales, hasta alcanzar un 11,5%, lo que equivale a
más de 11,5 millones de nuevos desempleados. De profundizarse la contracción
económica la tasa de desocupación será mayor.
Junto al aumento de la desocupación, se espera un
marcado deterioro de la calidad del empleo, indica el informe. El trabajo
informal es la fuente de ingresos de muchos hogares de América Latina y el
Caribe, donde la tasa media de informalidad es de aproximadamente un 54%, según
estimaciones de la OIT, situación que afecta a los grupos más vulnerables.
En tanto, según cálculos de la OIT la crisis sanitaria
provocada por el COVID-19 y las medidas de confinamiento provocan una pérdida
de alrededor del 10,3% de las horas de trabajo en el segundo trimestre de este
año, lo que equivale a 31 millones de empleos a tiempo completo (suponiendo una
jornada de 40 horas semanales).
Esta situación afectará negativamente la dinámica de
la pobreza y la desigualdad y el logro de los compromisos de la Agenda 2030,
agregan los organismos de la ONU. La CEPAL estima que para el 2020 la tasa de
pobreza aumentaría hasta 4,4 puntos porcentuales y la pobreza extrema 2,6
puntos porcentuales con respecto a 2019.
Esto implica que la pobreza alcanzaría entonces a
34,7% de la población latinoamericana (214,7 millones de personas) y la pobreza
extrema a 13% (83,4 millones de personas). También se espera un aumento de la
desigualdad en todos los países de la región, con incrementos del índice de
Gini de entre el 0,5% y el 6,0%.
Más allá de la pobreza, grandes grupos de población
viven en condiciones crónicas de inseguridad económica y son vulnerables a la
pérdida de ingresos laborales. De allí que la CEPAL ha propuesto un ingreso
básico de emergencia (IBE) por un monto igual a una línea de pobreza durante
seis meses para satisfacer necesidades básicas y sostener el consumo de los
hogares. Esto supondría un gasto adicional del 2,1% del PIB para abarcar a
todas las personas que se encontrarán en situación de pobreza en 2020.
En este ámbito, el objetivo estratégico de largo plazo
es la implementación gradual de un ingreso básico universal, sustentado por
mecanismos sostenibles e innovadores de financiamiento, añade la Comisión.
El informe reitera que es necesario repensar el modelo
de desarrollo y consolidar las dimensiones económicas, sociales y ambientales
del desarrollo sostenible, sin dejar a nadie atrás, como lo señala la Agenda
2030 para el Desarrollo Sostenible.
Asimismo, en paralelo a las políticas laborales se
requiere un sistema de protección social basado en un enfoque de derechos,
sensible a las diferencias, con políticas universales, redistributivas y
solidarias.
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